¿Qué espaldas con cuántos muertos a cuestas no habrán abarcado esos brazos que ahora ciñen y palmean la nuestra con un sospechoso entusiasmo?
Si lo supiéramos a ciencia cierta, lo más probable es que rechazáramos de firme, y por igual, tanto el abrazo como el apretón.
Da miedo pensarlo.
Mejor no lo pensamos.
ResponderEliminarBuena madrugá.
Tengo entre manos "Los enamoramientos", de Javier Marías. De alguna manera, y aunque sea en un plano distinto, como es el del amor, también él viene a hacer una reflexión similar, en el sentido de que todos somos "descartes" de aquellos que prefirieron a otros, como nosotros mismos elegimos y también descartamos.
ResponderEliminarA lo que voy (que me parece que me estoy liando) es que, de alguna manera, todo se conecta, se cruza y convive: lo bueno con lo malo, lo excelso con lo miserable, sin que nadie alcancemos exactamente a controlar dónde están las fronteras de cada cosa.
Más breve, y mejor dicho, tú lo nos lo dejas.
Un abrazo.
"Tú nos lo dejas", quería decir. No sé, al final, qué he escrito.
ResponderEliminarReitero abrazo.
¿Y qué me dices de los abrazos que nos damos aquí en el blog? Somos promiscuos. Y encima queda la huella indeleble en forma de comentario. Mieo me da...
ResponderEliminarAbrazo, que de ti me fío.
Querida Paloma, Antonio, Ridao:
ResponderEliminarEn genral me fío, pero el día que escribí eso estaba un poco Cioran.
Abrazos.
cioran mantiene la guardia. de vez en cuando limpia el ambiente... como abrir la ventana 5 minutos al día
ResponderEliminarestimado elias, si entras en mi página verás que en la última entrada hay una especie de juego de premios encadenados, un poco tonto, pero ante el que acabé sucumbiendo. y te nombro.
si decides participar, consiste en 3 mentiras, 3 verdades y 10 blogs amigos, que se suponen continuarán la cadena de nominados.
un saludo, sincero.
Hombre,a mí no se me ocurre pensar en eso cuando me abrazan o me aprietan la mano, yo lo disfruto y punto.
ResponderEliminarUn abrazo, limpio.