jueves, 20 de enero de 2011

Kafka versus Monterroso


Aquella noche, en Praga, el oficinista tuvo un sueño muy extraño: después del trabajo, regresaba a su casa por la ciudad vieja y vacía, asediada por la niebla y la nieve (hasta el Moldava fluía en un silencio temeroso), y en cada esquina, en cada rincón, encontraba pegado a las paredes un cartel con un insólito texto escrito en un extraño idioma.

Aunque lo más extraño de todo era que estaba firmado por alguien que no había nacido aún, alguien al que, sin embargo, le parecía conocer de toda la vida: un pequeño (de estatura) escritor guatemalteco llamado Monterroso, -al que sus amigos apodaban “Tito”-, y cuya endeble apariencia física (retaco, alopécico, feas gafas de pasta...) no hacía sospechar su enorme talento literario, el cual, pasando el tiempo, escribiría también un brevísimo cuento universal sobre sueños y dinosaurios.

El texto del pasquín, apenas unas escasas y turbadoras líneas, comenzaba al modo de los cuentos infantiles, llevaba por título "La cucaracha soñadora" y decía así:

Érase una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.





Después de leer aquel texto decenas de veces durante su camino, el oficinista llegó a su casa y se acostó con una rara e indefinible sensación; en su sueño -inquieto, desasosegante-, ese dinosaurio que surgía del futuro también estaba dormido, soñando.

Y cuando el dinosaurio de Monterroso despertó de su sueño, se había convertido en un escarabajo.

El oficinista, que, lo diremos ya, se llamaba Franz Kafka, se despertó sobresaltado, bañado en sudor, y lo aplastó de un zapatillazo.





Ilustración: Luis Scafati

2 comentarios:

  1. Elías, simplemente, "redondo". Me ha encantado. Podría definirse como claro ejemplo de la "interconexión" de la Literatura.

    Un abrazo.

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  2. Entonces, de alguna manera, el círculo se cierra en sí mismo y todos somos los sueños de otros y de nosotros mismos. Es complejo, menos mal que muchos dejan constancia en la literatura. Me voy pensando...
    Un abrazo.

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