sábado, 9 de marzo de 2013

Cementerio Alemán (16)




En Yuste. Un cementerio

Al principio, la Muerte
quizá no imaginara que en el pueblo
en el que hace unos siglos
se retirase un viejo emperador
a enfrentarse con ella
vendría a levantarse un cementerio
en donde descansaran
los restos de soldados alemanes
muertos lejos de casa.
En medio del silencio, en formación
—sus nombres extranjeros
escritos en un mármol sobrio y negro—,
reposan para siempre.
El silbido del viento en las encinas,
el canto del jilguero,
las nieves del invierno y ese fuego
que azota en el verano,
acompañan, ajenos, la memoria
de los cuerpos que abonan
tan silenciosamente el camposanto.
Viajero, tú que llegas,
contemplas el lugar y luego pasas,
no olvides que si existe
un cementerio así fue porque un día,
fruto de la locura
que agita las entrañas de los hombres,
vino la Muerte a alzarse
tan caprichosamente sobre ellos.
Prosigue tu camino,
y vuelve alguna vez para llorarlos.

Antonio del Camino

3 comentarios:

  1. Gracias, Elías, por abrirme las puertas de tu blog y sumar mi poema a esa serie de Yuste que, como sabes, tanto me gusta.

    Un abrazo.

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  2. Un honor, querido Antonio.
    Gracias a ti por compartirlo.
    Abrazo.

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  3. Los cementerios siempre causan tristeza, pero los alemanes son desoladores y producen mucha más tristeza, por la historia, por la lejanía, por la soledad eterna.

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