No se me ocurre mejor manera de ir despidiendo este año nefasto que con un poema de mi maestro y amigo. Cualquiera de los suyos enriquecería sin dudar este cuaderno, esta ventana, pero hoy ha sido este el que se me ha venido a la memoria y las manos.
Gracias, querido Ángel, por tu presencia generosa en mi vida.
IV
Anochece. Tu voz o tu silencio
-escrito a la intemperie contra el viento-
no es una comprensión
sino una misteriosa disciplina,
una necesidad tal vez, un balbuceo
que se pierde en la dureza del aire,
calcinada labor contra la muerte.
(De La vida de otro modo, Calambur, 2008)
Imagen: El paisaje inicial de la mirada LIV
Ese balbuceo perdido, tan parecido -quizá- a la poesía. Abrazos.
ResponderEliminarEs maravilloso, sin duda.
ResponderEliminarSalud