viernes, 14 de diciembre de 2012

Mafia connection (el día que nací yo)


No me estoy refiriendo, claro, aunque podría, a esa hermosa copla (El día que nací yo / qué planeta reinaría; / por dondequiera que voy / que mala estrella me guía) que popularizó la voz sin par de Magdalena Nile del Río (Imperio Argentina), sino a un suceso que tiene relación con el título de esta entrada, con esa organización delictiva cuyo nombre conviene citar en voz baja: el 17 de abril de 1959 (el día que nací yo) el FBI asestó uno de sus más sonados golpes al sindicato del crimen: detuvo en Nueva York a Vito Genovese, uno de los capos más sanguinarios de las “cinco familias”.
Me refiero a esa inangible connection entre Zaragoza y Mérida, esos hilos de afecto que desde hace unos años me atan sin remedio a la ciudad del Ebro gracias a algunas de las personas que allí moran: Cristina Grande, Fernando Sanmartín, José Luis Melero, Antón Castro, Olga Bernad, Miguel Mena, Víctor Juan Borroy, Julio José Ordovás, Javier Barreiro… Mezclar el orden como queráis, y la devoción seguirá siendo igual y la misma por todos ellos, tanto monta. Y otros que no cito para no cansar. Aunque también podría.
La última vez que estuve allí, mientras Fernando me llevaba a casa de Melero para conocerle en persona, pasamos por una calle donde me llamó la atención el letrero que aparece en la primera de las fotografías: y como soy un forofo absoluto de ese tipo de películas (la saga de El Padrino, que me regalaron mis hijas hace años, es uno de mis tesoros más preciados) me detuve al instante para guardarme la imagen.
La segunda la he hecho esta misma mañana en una calle de mi ciudad, justo antes de llegar a casa y encontrar en el buzón tres sobres llenos de tesoros impresos con remite zaragozano. Tesoros de los que daré cuenta en una próxima ocasión.
Podrá parecer una tontería, pero a mí me ha hecho ilusión unir de esta curiosa manera dos ciudades que llevo en el corazón. Y me ha traído otra vez a la memoria a todos ellos.
Y qué puñetas: los mafiosos también comen. Aparte de que los restaurantes eran uno de sus lugares favoritos para "ajustar cuentas" y subir como la espuma en el escalafón del delito.

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