lunes, 24 de diciembre de 2012

Lêdo Ivo è morto


Acabo de enterarme de que ayer murió Lêdo Ivo (Alagoas, Brasil, 1924).
La primera vez que oí su nombre fue en la voz de Juan Carlos Mestre mientras recitaba su poema Cavalo morto (“Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lêdo Ivo. Lêdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y que sale en las antologías con cara de loco…”) escrito en homenaje al poeta brasileño.
Al enterarme de la noticia no he podido evitar pensar en la tristeza que habrán sentido Mestre y Guadalupe Grande que tradujeron para nosotros La aldea de sal, una antología poética bilingüe que puso al alcance de los lectores una parte importante de la obra de este enorme hombre de letras.

Como homenaje a su memoria, os dejo con uno de los poemas suyos que más me emocionan.

La ventana sin pestillo

Lo que los avidores ven
a tres mil metros de altura
lo que los mineros ven
cuando talan árboles de cristal
lo que los buzos ven
dentro del mar, mientras pisan la tierra como quien pisa una flor,
lo que el ciego ve cuando camina
lo que los niños aseguran ver mientras duermen
lo que los sonámbulos ven ante una pila que gotea
lo que se ve cuando el amor es un abrazo
lo que se ve y lo que no se ve
y lo que estoy viendo ahora
como si en tu mano hubiese una moneda escondida
y en el cielo se revelara la cara oculta de los planetas.

Veo el mundo con los ojos heridos por las estrellas
y los latidos quemados por las estaciones.
En la habitación en que duermo, escucho el rumor de las antípodas despiertas,
y los trópicos resbalan, perpendicularmente, sobre mis párpados
cuando ya sólo queda sol en mi sueño.

Duermo en el centro del universo, y mi inocencia es inmensa.
Como el joven amante esclavizado a la hidraúlica de un cuerpo desnudo
asisto al movimiento de las estrellas y a la desbandada de las nubes
y mi espíritu festeja este mundo infinito, que jamás tuvo
inicio y jamás concluirá,
este mundo desde el que el universo contemplado de noche es una polvareda
como un día que llorase sobre el hombro de los siglos.

Lo que los vivos ven y no olvidan
lo que todo hombre recuerda, la vida entera,
es lo que estoy viendo en este instante.

De La aldea de sal (Calambur, 2009, págs, 91-93)

Aquí Cavalo morto en la voz de Mestre.

Que la tierra le sea leve.

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