Tacaño. Ruin, roñoso, cicatero, mezquino… Todo lo que se le diga es poco comparado con su avaricia.
El tacaño no lo es en exclusiva en su trato con el dinero, sino que, llevado por su natural sórdido, traslada sin vergüenza alguna esa mezquindad a los demás órdenes de la vida: afectivos -quiere lo justo-, sociales -se relaciona lo mínimo-, hábitos alimenticios -come como un pajarito…-.
Lo que sea por no gastar.
A tipos de este pelaje es mejor evitarlos en lo posible y hacerles el vacío.
Si los quieres ver hechos un guiñapo mesándose los cabellos con desesperación, llorando a moco tendido lágrimas como puños, sudando angustia por todos sus poros, róbales la cartera; es como si les robaras el alma.
Y hazlo sin remordimiento alguno, pues bien merecido se lo tienen.
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