Después de una noche infame dando vueltas en la cama con los ojos inyectados en sangre y los nervios hechos mierda por el puto insomnio, acababa de quedarme traspuesto una hora escasa antes de que sonara el maldito despertador.
Y al borrachuzo del quinto se le quedó pegado el dedo en el pulsador, se confundió de timbre a las cinco de la mañana.
Pues ya no volverá a equivocarse.
Y a beber, tampoco.
Le entiendo, no creas. Si esta madrugada me llegan a tocar el timbre a las cinco, no sé.
ResponderEliminarHay errores en la vida que cuestan la vida. Si no, que se lo pregunten al amigo.
ResponderEliminarPor cierto, justicia bien administrada. ¿O no?
Abrazos.