Arpía. En un número alarmante de casos, indeseada secuela (otra más) del matrimonio, también llamada suegra.
Parece mentira que desde su primigenia condición mitológica de “hermosa mujer alada con adorables cabellos” haya degenerado hasta tan perversa condición.
Dentro del grupo de las rapaces mayores, y escrita con hache, crudelísima águila capaz de despedazarte impasible, e inquietantemente parecida, tanto en físico como en actitudes, a alguna madre política que conozco. De otros, por supuesto.
La mía era una santa, que conste.
¡Genial tu faceta de encontrador de imágenes, Elías!
ResponderEliminarEscribo con el eco de mi carcajada ante esa postal espeluznante que has puesto, y ante ese pie de foto que me ha hecho quitarme la pamela para decir "chapeau".
Ese humor negro que nos hace más llevaderos ciertos horrores y errores de la vida...
Y los benditos chistes de suegras que nos -me incluyo, no he tenido tu suerte- consuelan al conjurar, cómplices, tanta gota malaya como nos va cayendo...
Un abrazo, amigo, ya de vuelta. Te llamo.
La suegra muerta es un ángel, viva, depende de cómo haya resuelto el hijo el complejo de Edipo, que de todo hay. No se fíe cuando el amigo le hable de la suegra, métase dentro y tal vez se lleve sorpresas. Suegras hay para todos los gustos, jaja.
ResponderEliminarSaludos