jueves, 15 de septiembre de 2011

7 apuntes escépticos



De un tiempo a esta parte, y de entre todas las facetas de mi carácter con las que tengo que convivir a diario, dos de ellas -escepticismo, confusión- son las que ponen mayor empeño en ganar la batalla cotidiana.
Y estoy empezando a sospechar que de esa alianza no va a salir nada bueno.


 

Pocas situaciones más incómodas que cuando estás de rodillas sin saber si vas a recibir el balazo en la nuca, o vas a levantarte de una vez por todas con los puños apretados hacia el cielo, dispuesto a lo que sea.


Del mismo modo en que muchos idiomas me resultan imposibles de entender -y no digamos ya de pronunciarlos con un mínimo de fluidez y de comprensión por parte del hipotético oyente-, sé estar en perfecto silencio en todas las lenguas del mundo.
Estando en silencio no hay quien me gane.



De mis manos, por entre mis dedos, como agua, se me escapa el poema que no quiere quedarse conmigo. Apenas un verso permanece en ellas, como esa última gota que tiembla escurriéndose por la piel y las uñas, dejando, tal vez y no siempre, un recuerdo de humedad y estiércol: la mula terca del vendedor de cántaros.


Asoma el sol algunas mañanas desconfiado y cauteloso, preguntándose inseguro qué clase de desventuras le deparará hoy el día en el tercer planeta de su órbita.
Y como no le gusta lo que barrunta, los amarillos, azules, naranjas y rosas repliegan su paleta y ceden terreno al gris, mientras él se vuelve a la cama pensando en que mañana será otro día.


Cada poema requiere de su propia y natural poética. Esto no quiere decir que el poema sea verdad, de verdad. Porque nada más alejado de la verdad que una poética, mudable como el tiempo.


Hay preguntas que fundamentan su razón de ser en que no pretenden ninguna respuesta.
Son, en su inconsistencia y belleza, como esas mujeres seductoras que disfrutan en secreto (o no tanto, algunas parecen deleitarse sin tapujos cuando lo hacen) rechazando desdeñosas a todos sus ilusos pretendientes.

5 comentarios:

  1. Excelentes reflexiones, amigo. Muy de agradecer en estos tiempos de tribulación. Una brazo, Á.

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  2. La validez de todo está sometida al imparable tiempo, algunas veces como estas más vertiginoso que nunca, tanto que lo que sentimos o pensamos puede ser tan intenso como nunca y a la vez tener el vértigo de lo no reconocible apenas un momento después. Y, como tú dices, todo es verdad cuando se siente de un modo tan profundo. Es como si todas nuestras memorias se hubieran disparado a la vez y todas las sensaciones y distorsiones de lo que somos, nos sucede, hemos sido y pudiéramos ser se agolpasen al mismo tiempo en una simultaneidad de lo que hasta ahora era sucesivo, tanto que no es extraño sentirlo como una confusión no habitual o un rompimiento que en el fondo es un proceso para llevarnos a donde no sabemos, como si la insuficiencia sustancial del ser humano por una propia ley vital se cuestionase y tocase ya otro cauce, posiblemente más limpio o más a salvo.

    Tal vez hay quien me entiende. Y a quien le parezca todavía más confuso lo que digo. En último caso, recuerdo y apelo a cuando afirmaba Antonio Machado que "la poesía es la palabra esencial en el tiempo". Sí, lo que pasa es que en los momentos de crisis y transformación como ahora cualquier validez de la verdad de la existencia se somete por la velocidad de vértigo a la que pasan ahora las referencias exteriores e internas a tal relatividad e inmediatez que sólo cabe apoyarse en la habilidad de abordar la siguiente curva y no en lo que hasta ahora sabíamos de cómo se conducían las cosas. Como si a partir de ahora no hiciera falta mucho de lo atesorado hasta ahora, y en medio de toda la perplejidad que percibimos, bastase con arriesgarse a la capacidad de aventura y una profunda confianza. Aceptar la aparición de otros mapas. El miedo es lo único que no nos deja creer que podemos tirarnos con paracaídas. Es lo que estamos viviendo mientras todo (dentro y fuera) parece que se cae. Un salto. Quien escribe esto, espera que a lo nuevo.

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  3. Pues me has dado qué pensar, yo me siento como ese tipo de preguntas, vamos que cada vez me da más igual la respuesta, si es que la hay.
    Hasta la próxima.

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  4. Siete apuntes que emergen con esencia de Elías para filtrarlos despacio. Gracias.

    Beso.

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