domingo, 6 de febrero de 2011

Geriátrico



¡Por fin un trabajo fijo! ¡Y sin hacer oposiciones!

Me llamó un antiguo compinche de pupitre a quien le ha ido estupendamente en la vida para ofrecérmelo.

Ya se le veían maneras al Manolo cuando era el rey del recreo.

El caso es que me ofreció este puesto que, de un plumazo, me sacó del pozo sin fondo de las listas del paro y me permite, al tiempo, desarrollar mis aptitudes y satisfacer mis peores instintos bajo una capa de honorabilidad.

Para no levantar sospechas, sólo realizo mi función un par de veces al mes, tres a lo sumo y siempre por la noche, arreglándomelas de manera tal para que en el acta de defunción aparezca diáfana la expresión “por causas naturales”.

Me dijo que había que aligerar las listas de espera.

2 comentarios:

  1. Más de uno mataría por conseguir ese trabajo y encima fijo. Un chollazo.

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  2. Uff, qué cruel. No va a quedar ni el Tato.

    (guiño cómplice)

    Un abrazo,

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