miércoles, 9 de febrero de 2011

Cementerio Alemán (13)

 
CEMENTERIO ALEMÁN DE YUSTE
Para Álvaro Valverde

Es allí, me indica el paisano
alzando la cachava en la dirección correcta,
subiendo la cuesta suave que desemboca

en la entrada del monasterio.

El contraste impresiona: el estallido feraz
de los castaños y olivos, de los helechos 

y madroños, frente a la estricta, 
imperturbable geometría de la muerte:
esas cruces de nombres extraños
certifican muertes lejanas, jóvenes muertes
sin sentido, perdidas ya en la edad del tiempo,
en el pavor de la memoria,
en distantes ausencias.

En veinte años la muerte no envejece;
allí sigue guardando, celosa y terca,
los frutos sombríos de la sinrazón y la barbarie.

Veinte años después
comparecen los mismos invitados:
Joachim, Otto, Gottfried…
nombres y hombres, semejantes a otros,
que un día jugaron sobre la nieve y los otoños.

Vengo a decirles adiós,
a hablarles de su inútil muerte.
Están ahí firmes, marciales,
como dispuestas para un desfile;
cada cruz se levanta sobre el cuerpo de su dueño,
joven extranjero que reposa en otra tierra,
tan distinta a la suya.

Y en su quietud sin palabras,
allá van, como una cuerda de presos derrotados,
hacia el olvido y la memoria.


Elías Moro (Inédito)

Imagen cedida por Miguel Ángel Naharro, a quien le agradezco el favor.

12 comentarios:

  1. Hace unos días vi la película "Tiempos de Gloria". Trata sobre los magrebíes que combatieron en la II Guerra Mundial por la Francia Libre. Finaliza con una escena en un cementerio musulmán en una ciudad francesa. Es impresionante. Combatientes en tierra ajena, enterrados y olvidados de la historia.

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  2. Gracias, Rafael, por la referencia.
    Hará por verla cuanto antes.

    Un saludo.

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  3. Me ha encantado, Elías, una descripición precisa y casi solemne que indaga en lo absurdo de la muerte con magníficas y potentes imágenes: "una cuesta suave"; "frente a la estricta, imperturbable/geometría de la muerte".

    Mi aplauso y mi admiración junto a un generoso racimo de besos.

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  4. La inutilidad de la muerte y la sensación de una cíclica derrota, ahí al lado de nosotros, como si fuéramos parte indisoluble de ella, ante la belleza de ese paraje de la Vera que en su retiro acoge, y en su silencio vegetal es vida. No hay fronteras ni nada ajeno por completo. Una parte de nosotros, Elías, reposa debajo de esa tierra y lo recuerdan estos poemas que se callan ante el misterio de este reconocimiento. Cualquiera de esos 182 enterramientos suenan con nuestros nombres y los nuestros son también los de ellos. Yo les presto mis ojos, y mis labios y mi cuerpo para lo que yo nunca hice y era sagrado que esa muerte por guerra no les hubiera impedido.

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  5. http://mayora.blogspot.com/2011/02/del-cementerio-aleman.html

    Un abrazo, Á.

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  6. Hermoso texto más allá de la mera belleza de las palabras: profundo y reflexivo, revelador.
    ¡Qué gran serie, Elías! Aquí mi aplauso.

    Un abrazo.

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  7. Este verano tuve ocasión de visitar el cementerio de Yuste, es más lo cito en el blog de Fernando G Ontiveros que habla del cementerio italiano en Zaragoza.

    La visión de las piedras alineadas, todas iguales hacia el infinito, reclama sobriamente, una parada, una mirada, un pensamiento hacia los que allí yacen y hacia los que en lugares parecidos, nos gritan la catástrofe de todas las guerras.

    Un saludo Á

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  8. Sí, Paloma, así es la muerte; absurda en la mayor parte de las ocasiones.
    Y más en las guerras.

    Otro racimo para ti.

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  9. ¡Cuánta razón tienes, Carlos!
    "Todo hombre es su pasado, el pasado de todos los hombres".
    Allí, y en tantos sitios, estamos también enterrados nosotros.

    Un abrazo.

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  10. Gracias, Álvaro.
    Era de justicia, yo lo sé.

    Abrazo.

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  11. Gracias también a ti, Antonio.
    La serie va llegando a su fin.
    En breves fechas, el desenlace.
    Permanezcan atentos a su pantalla.

    Un abrazo.

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  12. Así es, Ángeles: una catástrofe a la que, en nuestra estupidez supina, no somos capaces de ponerle término.

    Un abrazo.

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