viernes, 22 de febrero de 2013

María Ángeles Pérez López


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Con la hoja del periódico empapada

por un llanto larguísimo y feroz,

la mujer tapa el día, los cristales,

las losas de cerámica, las puertas,

los techos enlutados y ofendidos.

De las letras de molde se destila

un agua negra como un río de odio

que pudre las manzanas del frutero

y reseca la albahaca, el corazón.

Los peces que dormían en el frigo

se escarchan y fracturan en esquirlas,

y los espejos sangran lentamente

un río de odio denso como el mal.

Con la tinta viscosa y empalada

por las fotos de presos iraquíes

en la prisión llamada Abu Ghraib

y el rímel de su set de maquillaje,

la mujer forma un unte oscurecido

que adorna y hace largas sus pestañas.

Cuando ella se apresura y sale al mundo,

la gota de agua negra se desborda

despacio por el blanco lacrimal. 

(De Atavío y puñal, Olifante, 2012) 

Foto: Miguel Ángel Casado


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