Objetos
robados
La temporada en que mi
padre estuvo en el paro entraron en casa muchos objetos robados. Mi padre se
levantaba temprano para leer gratis los anuncios del periódico en la sede del
Heraldo y regresaba a casa sobre el mediodía, cargado con bolsas de las que extraía
los más diversos objetos. Normalmente eran regalos para mi hermana o para mí.
Una colonia, un libro, un disco. Nos los ponía delante de los ojos: “¿Os
gusta?”, o, “Lo tenéis ya?”. Nosotras probábamos el olor de la colonia, leíamos
la contraportada del libro o escuchábamos en el radiocasete de cas la cinta de
música. Las dos sabíamos, sin embargo, que eran objetos que no se podían
cambiar o devolver en la tienda. Que eran objetos robados.
Mi padre no es un
ladrón. Al menos, en sentido estricto. Creo que jamás se atrevería a entrar en
un establecimiento, ponerse de espaldas a las cámaras de seguridad e
introducirse algo en un bolsillo oculto de la chaqueta. Mi padre, simplemente,
compraba objetos robados.
(Fragmento de Ropa tendida, Xordica, 2007)
Foto de Eva Puyó: Lara
Albuixech
Y qué si eran robados. A estas altura de la historia robar es el deporte nacional, no????
ResponderEliminarMe alegra volver, estoy bien, y antes también, ya hablamos.
Un abrazo.