Me he bañado
por encima del agua,
con la llama del sonido
sofocado,
con la caída lenta
y en suspenso
de un objeto pequeño,
de madera,
he sumergido el cuerpo
en el reflejo del estanque,
sobrevolando,
en un salto de altura
sin pesos ni medidas,
barcos y faros
en reposo,
he tomado con vértigo
los cabellos del agua,
los he trenzado
sin mojarme,
y abajo seguían
trabajando,
horneando los panes
de ceniza,
he punzado la nube,
desde dentro,
y ahora que los pies
aprenden su alfabeto,
me inunda al caminar
una blanca hemorragia.
con la llama del sonido
sofocado,
con la caída lenta
y en suspenso
de un objeto pequeño,
de madera,
he sumergido el cuerpo
en el reflejo del estanque,
sobrevolando,
en un salto de altura
sin pesos ni medidas,
barcos y faros
en reposo,
he tomado con vértigo
los cabellos del agua,
los he trenzado
sin mojarme,
y abajo seguían
trabajando,
horneando los panes
de ceniza,
he punzado la nube,
desde dentro,
y ahora que los pies
aprenden su alfabeto,
me inunda al caminar
una blanca hemorragia.
(De Morada, inédito)
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