lunes, 11 de febrero de 2013

Esther Ramón


Me he bañado
 

por encima del agua,

con la llama del sonido

sofocado,

con la caída lenta

y en suspenso

de un objeto pequeño,

de madera,

he sumergido el cuerpo

en el reflejo del estanque,

sobrevolando,

en un salto de altura

sin pesos ni medidas,

barcos y faros

en reposo,

he tomado con vértigo

los cabellos del agua,

los he trenzado

sin mojarme,

y abajo seguían

trabajando,

horneando los panes

de ceniza,

he punzado la nube,

desde dentro,

y ahora que los pies

aprenden su alfabeto,

me inunda al caminar

una blanca hemorragia.

(De Morada, inédito)

No hay comentarios:

Publicar un comentario