Los juegos infantiles, tan sencillos e inocentes en apariencia, tienen más meollo y enjundia de lo que aparentan a simple vista.
El escondite, por ejemplo: jugar al escondite me ha servido como el mejor entrenamiento para que nadie me encuentre si yo no quiero.
Ni siquiera, y en un momento dado, yo mismo.
¡Y tanto! De niña jugaba en un pequeño pueblo donde me crié y teníamos todo el pueblo y campos cercanos. Una vez nos metímos varias niñas debajo de la cama de la abuela de una y causamos un problema porque al no querer ser descubiertas, nadie nos encontró, llegó la noche y no sabíamos como salir del entuerto porque la abuela se acostó. Nos costó reprimenda y esas cosas, pero seguímos con lo nuestro. Ahora, cuando juego con los niños es diferente porque no hay tanto campo de acción en las grandes ciudades.
ResponderEliminarMuy bueno, jaja y con mucha enjundia, como dices.
Saludos
muy analógico es el juego que fundamenta lo que somos quien nos da el paso a nuestro contexto pero están correcto lo que escribes cuantos juegos son mas que un recurso de divertimento es mas que son pretender salir de la realidad en algún momentos va mas que toda visión adulta.
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