martes, 8 de noviembre de 2011

Cosecha del 59 (1)


LIMINAR
Hace un tiempo, en unos de esos días en que a uno se le vienen a la mano libros amados para hacérselo más luminoso, caí en la cuenta, gozosamente, de que tengo algunos y buenos amigos, magníficos escritores y personas, que, por esas casualidades de la vida, nacieron (nacimos) el mismo año.
Y esa casualidad me ha llevado a querer lanzar otra tirada de estas tabas y crear una nueva etiqueta que se me ha ocurrido titular Cosecha del 59.
Envié un correo a todos ellos dándoles cuenta de mi intención y todos -ya os he dicho que son buenos amigos- respondieron de buena gana a mi capricho que incluía el deseo de que en lo posible fueran textos inéditos.
Alguno, en su respuesta, ampliaba la cosecha con otros nombres que también se han sumado al proyecto con generosidad aun sin conocernos personalmente. Pero todo se andará.
Hoy doy comienzo a su publicación: los textos aparecerán en esta ventana por “orden estricto de llegada”; y no a mi buzón, sino al mundo, a este valle de lágrimas, que gente como ellos hacen más llevadero de recorrer.
Quiero decir que se irán publicando por fecha de nacimiento de los autores dentro de ese año 59.
Todas las entradas irán ilustradas por la mano sabia de Ignacio Fortún (también del 59, por supuesto), a quien agradezco especialmente su celo y rapidez en sumarse a la propuesta y en los envíos de las ilustraciones.
Las entregas de la cosecha serán a un ritmo semanal.
Permanezcan atentos a su pantalla.


Escena matritense

Había un japonés, quizá chino o coreano (ni el periódico ni la radio dijeron nada al respecto), mostrando un comportamiento reprobable en la calle de Hortaleza, junto a la entrada de un comercio de ropa para jóvenes. Desde la acera podía oírse la música que en aquellos momentos sonaba en el interior del comercio. Era una música ligera, con texto cantado en lengua inglesa y percusión machacona; una música del gusto de la juventud actual. No está claro que dicha música suscitara la vergonzosa conducta del japonés, chino o coreano; pero sin duda contribuía a imprimirle ritmo. Vale decir que el japonés, chino o coreano se comportaba mal, muy mal, en la acera de la calle de Hortaleza moviendo el cuerpo y haciendo muecas al compás de la música de aquel comercio, aun cuando probablemente sus intenciones no estuvieran directamente relacionadas con ella. El japonés, chino o coreano opuso resistencia a la autoridad cuando fue detenido. Decían unos que estaría borracho; otros, que estaría loco. A una mujer, que había tenido un acceso de pánico cuando el japonés, chino o coreano se sacó aquella cosa repugnante de un boquete que tenía en el cuello, la tuvieron que acostar junto al quiosco de prensa, donde, antes que llegara la ambulancia, sufrió un aborto.

Fernando Aramburu (4 de enero)



Ilustración: Ignacio Fortún

3 comentarios:

  1. Permaneceré atenta a esa cosecha del 59, naturalmente.
    Pero, oye, este Fernando Aramburu me ha dejado con las ganas de saber qué fue lo que el chino, japones o coreano sacó de su cuello para hacer abortar a la pobre mujer.
    Un saludo.

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  2. Buena cosecha, ya lo creo. Que yo, aunque no soy de ella sino de algo antes, me acerco a su buqué cada mañana. (Guiño cómplice). En cuestiones de literatura, seguro que vamos a poder degustar una excelente selección, dado el buen saber y la mano del "bodeguero". La primera cata, con cuerpo y amplias sugerencias y matices, sabor persistente en boca y neuronas.

    Un abrazo.

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  3. Del 59 es mi marido, cosecha buena o regular, según se mire, jeje, pero interesante; fin de decenio, empiezan los 60´s, con los bebés empezando a caminar y a escuchar y ver.

    El coreano debió sacar algo fuerte, o tal vez es que la mujer deseaba inconscientemente abortar sin tener que pagar ni ingresar en ninguna clínica

    A la espera quedamos, amigo.

    Saludos

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