En general, la relaciones humanas, la percepción que los demás tienen de nosotros y de la cual se derivan inevitablemente las mutuas actitudes, podrían muy bien representarse con la figura de un iceberg: el que nos mira, el otro, sólo ve una mínima parte -y acaso sea mejor así- de lo que escondemos bajo de la superficie.
"Y a la recíproca", que diría un castizo.
Pues sí señor. Aguda observación expresada "sin trampa ni cartón".
ResponderEliminarUn abrazo.
Una metáfora perfecta. Conocer al otro es ir derritiendo capas de ese iceberg. En eso quizá el amor parta con ventaja. Un saludo.
ResponderEliminarDickens decía algo así como que es un hecho maravilloso y digno de reflexión que cada ser humano esté compuesto de tal forma que resulte un misterio para todos sus semejantes...
ResponderEliminarY hasta para uno mismo, añado yo.