Bien traídos estos anuncios añejos. Ahora, entre la variedad de dulces existente y que las niñas juegan cada vez menos con muñecas, supongo que, casi casi, serían impensables con la misma estética. Una prueba más de cómo pasa el tiempo.
¡Uy, Elías, el de las muñecas; ese es parte de nuestra memoria de niñas! Y el de "Vuelve a casa por Navidad" de El Almendro, las lágrimas de mi madre esperando juntar en casa a todos los que viven fuera...
Ay, las muñecas, me lo he visto cinco veces seguidas: la Nancy, la Lesli (hermana de la Nancy) y el Kiko. Los tuve a todos, a todos les corté el pelo, todos habitan ahora la casa del pueblo en una habitación que empieza a darme miedo. Cada vez que entro me parece que me echan algo en cara. Pero no puedo ocuparme de ellos ni tampoco puedo tirarlos. En fin. Qué bofetada de nostalgia, guapo, ten piedad de tus feligresas;-)
Elías Moro (Madrid, "cosecha" del 59). Jugaba al baloncesto. Ahora quiere a sus mujeres (4) y a sus amigos, lee lo que le dejan, escribe como puede, baila salsa (aunque lo que le gusta de verdad es el tango). Algún enemigo tendrá también por ahí, no voy a decir que no. Estado actual: escéptico.
TESTIGOS DE CARGO
"Cuando escribes te manchas de ti mismo". Tomás Sánchez Santiago Foto de Guillermo Gallego
Bien traídos estos anuncios añejos. Ahora, entre la variedad de dulces existente y que las niñas juegan cada vez menos con muñecas, supongo que, casi casi, serían impensables con la misma estética. Una prueba más de cómo pasa el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Uy, Elías, el de las muñecas; ese es parte de nuestra memoria de niñas! Y el de "Vuelve a casa por Navidad" de El Almendro, las lágrimas de mi madre esperando juntar en casa a todos los que viven fuera...
ResponderEliminarAy, las muñecas, me lo he visto cinco veces seguidas: la Nancy, la Lesli (hermana de la Nancy) y el Kiko. Los tuve a todos, a todos les corté el pelo, todos habitan ahora la casa del pueblo en una habitación que empieza a darme miedo. Cada vez que entro me parece que me echan algo en cara. Pero no puedo ocuparme de ellos ni tampoco puedo tirarlos. En fin. Qué bofetada de nostalgia, guapo, ten piedad de tus feligresas;-)
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