Observo a alguien que lee un volumen del que no distingo el título. Su rostro expresa, acaso sin él notarlo, todo un rastro de emociones.
Cierra el libro y abre una sonrisa. Debe de ser un buen libro.
Y yo, tímido y cobarde, no me atrevo a levantarme de mi asiento y preguntarle el título de esas páginas que le han hecho tan feliz.
Hay que atreverse, querido Elías. No podemos dejar pasar oportunidades de disfrutar con una buena lectura :-))
ResponderEliminarMuchos besos
Tenéis razón, amigos; aquella oportunidad pasó, pero en la próxima me atreveré.
ResponderEliminarBesos.