domingo, 29 de septiembre de 2013

Dando tumbos


Son curiosos los avatares que a menudo sufren los objetos; el sillón donde estoy sentado mientras escribo esto, por ejemplo, me lo regaló mi hermano a quien, por su parte, se lo habían regalado unos compañeros de trabajo, operarios municipales que habían procedido a un desahucio por impago.
El origen del sillón estaba (lo descubrí cuando empecé a restaurarlo) nada más y nada menos que en Canadá. Puede tener tranquilamente setenta u ochenta años, cuando no debía de ser nada fácil ni usual transportar un sillón desde Canadá hasta España.
Y ahora aquí estamos los dos: yo sentado en él, comodísimo, frente a una mesa de roble con tiradores de concha en los cajones, y mucho más vieja aún que nosotros dos juntos.         
La compré en un anticuario por cuatro perras.
Y acaso porque me voy aproximando a sus edades, tanto de uno como de otra, hemos acabado, a base de dar tumbos por ahí, haciendo buenas migas entre los tres.

1 comentario:

  1. Cuantos objetos de valor incalculable habrá por los trasteros del mundo. No lo sabemos pero seguro que un viaje a traves de ellos nos llevará a descubrir aunténticas reliquias. Qué tal un viaje organizado por ellos? Habrá que estudiar las posibilidades de este mercado😄

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