En Portugal, los perros aplastados o reventados no son enterrados como en nuestro país, sino que se descomponen y secan al aire libre. En el Alentejo, por ejemplo, yacen, si es que los sacan siquiera arrastrando de la carretera, a derecha e izquierda de las carreteras, con las patas abiertas y la cola rígida. Hemos encontrado campesinos previsores que arrojan esos perros muertos bajo sus naranjos, cuyo rendimiento es entonces el doble al menos que el de los otros.
Thomas Bernhard (El imitador de voces, Alfaguara, 1999)
Dicen los alergólogos que llegado un punto el exceso de higiene es el mejor abono para que las bacterias nos ataquen. Lo mismo hemos aprender que la vida continúa en ese circuito que nos empeñamos en convertir en línea recta.
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