Arranqué el motor de mi Volkswagen, metí primera, segunda, tercera, cuarta…
Pisando a fondo, con el coche lanzado cuesta abajo a todo lo que daba de sí, lo empotré en la puerta de su garaje.
Él estaba detrás, como siempre.
El “escarabajo” ha quedado siniestro total y yo me he roto las piernas y me he luxado tres vértebras, pero él no va coger más la sierra de calar o el puto taladro, ni en la siesta, ni a las tres de la mañana.
Lo van a tener que despegar de la pared con espátula.
¡Ay, cómo me gusta el humor negro de estos deslices! Ver tan bien (d)escrita por ti esa mala idea que entra a veces...Es una liberación, no te creas.
ResponderEliminarUn abrazo, Elías; /y que festejeis muy bien vuestro aniversario. Adelante, y a por los próximos 28, que sois muy jóvenes).
Joder, Elías, si a tu vecino se le suelta un pedo a las tres de la mañana y a través del tabique te llega su sonido, ¿ya tiés prepará la guillotina? A cada entrega de los asesinatos de esta casa se me repliegan los ovíparos. Sutil como una navaja, empiezo a tenerte miedo lírico: Rebano, luego existo.
ResponderEliminarGracias, Isabel.
ResponderEliminarSiempre, tú lo sabes, es un placer encontrar tus comentarios en esta ventana.
En cuanto a este en concreto, es que hay veces que entran unas ganas...
Y eso espero: lo de festejar bien el aniversario, digo.
Un beso.
Carlos: mi vecino, de momento, se salva, porque tenemos una cámara de aire que filtra todo sonido. Pero que se ande con "cuidao"; en cuanto se "deslice" un pelín, me lo cargo.
ResponderEliminarYa puestos...
Un abrazo.
Jajajaja.
ResponderEliminarHe exclamado: "¡Hostias! Pero ¡qué bueno!"
Un texto muy bueno. Una venganza, con un punto suicida, de lo más vistosa y original.
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