sábado, 27 de noviembre de 2010

José Viñals (Aniversario-2)



En el breve plazo de un año y dos días, mis dos maestros literarios y vitales, Ángel Campos Pámpano y José Viñals, me fueron arrebatados por la muerte.

Me fueron arrebatados sus abrazos, sus conversaciones, el fumarnos un cigarrillo, el tomarnos un café o un coñac, su voz a lo lejos o de cerca, sus enseñanzas directas...
Tantas cosas.

El sentimiento de orfandad sigue de estreno, presente como el primer día, terco como una mula con su carga de espanto y desdicha.

Me consuelo con su poesía, con su voz escrita, con esa caricia intemporal que siento cuando acaricio sus páginas y sus palabras -sabias, cómplices, cercanas- me miran, y me hablan, y me dan consuelo.

No se me ocurre ahora mismo mejor forma de celebrar su recuerdo que con su poesía.


Reloj de arena

Prodigioso mecano del olvido, mides las horas del silencio. Te acuso, lento artefacto, de hipocresía sagrada. Te pareces al alma, pero no eres el alma. Te pareces a la saliva, pero no eres la saliva, ni el llanto, ni la agonía de la que va a morir, ni el crecimiento de las uñas del muerto. En verdad no eres nada, y ni siquiera una clepsidra con agua del Jordán o del Éufrates. Estabas en la mesa del mago de Bruselas, el Michaux de las luces alucinógenas, aprendiz de Ecuador y otras especies enigmáticas. Estabas casualmente en el prostíbulo de madame Pepita, dejado por Baudelaire con su pipa de opio y su infectada gabardina. Y estabas conmigo, cuando yo era un tonto que quería descifrar los misterios del cosmos en la respiración de los suicidas, mis amigos, cadáveres tempranos. Cauto reloj de arena, no tengo prisa: igualmente a tu sombra habremos de morir.

José Viñals
(Del libro inédito Los prodigios)

5 comentarios:

  1. Contigo, también, hoy en el recuerdo.
    Un beso
    Yolanda

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  2. ¡Qué tiene noviembre para hacernos contener el aliento!

    Y es así, hay que seguir solos, sin renunciar a nada, pese a que la orfandad parece querernos privar de nuestras reacciones felices e inocentes.

    Seguirá en nosotros la memoria de ellos, los amigos que nos las procuraron y compartieron.

    Nadie nos dijo, sin embargo, que al cabo de unos años iba a ser tan notorio el peso de todo lo perdido. Que iba a haber una edad de ser testigos de lo ido y contempladores felices de lo nuevo, como los días claros y la mirada de los hijos.

    Pese a todo, y a que seguimos bebiéndonos la vida como siempre, ciertos aniversarios y días desapacibles e invernizos se nos cuelan como las humedades, aunque estemos al fuego.

    Desde aquí, un abrazo, Elías, amigo

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  3. Los días últimos del mes de noviembre siempre van a ser agridulces...

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  4. Vaya de mi parte también este recuerdo al que, además de un gran escritor y maestro, también fue un gran padre para aquellos que lo trataron.
    En sus escritos está gran parte de su esencia.

    buen sitio para venir a recordarlo.
    Saludos.

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  5. Luciano Feria03 diciembre, 2010

    Sí,como dice Carlos, qué tiene noviembre... Me uno de nuevo a tu sentimiento, Elías, porque, como sabes, yo también quise mucho (quiero mucho) a José Viñals. Ya no se trata de que fue (de que es) un extraordinario poeta, es que era el concepto de amistad encarnada. Eso fue lo que más me asombró de él cuando lo conocí, y sigue siendo esa generosidad natural, ese corazón abierto con la sencillez con que sopla en el mar la brisa, lo que aún me sigue dejando perplejo cuando lo recuerdo.
    Un abrazo grande y de nuevo enhorabuena por tu iniciativa.

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