miércoles, 18 de noviembre de 2015

Poema para los otros



Poema para los otros

La sombra que yo amo vive en las afueras de Berlín
en un suburbio con casas de madera tiznadas por el humo.

Guarda en una maleta un idolillo africano, una quena del altiplano, una pluma de ave del paraíso, un antiguo canto para la lluvia, una receta de cordero y dátiles, una sortija de sudor y hueso… 
Carga en silencio con la mirada triste de los que emigran al borde la vida con un saco de desdichas y un bolsillo de esperanzas y se encuentran las puertas cerradas, y leen poemas de Pessoa o Neruda, de Sengor o Basho mientras recomponen, una y otra vez, el sueño que tuvieron sobre la nieve de las estepas, en las aldeas patagonas, junto al delta del Mekong, bajo el fuego del desierto…

La sombra que yo amo me dice sonidos de una tierra que jamás verá de nuevo con la intensidad con que se añora lo perdido y se ama o se sufre lo nuevo que descubres.

La sombra que yo amo me acaricia con dedos que guardan en la memoria el orgullo de su estirpe, la dureza de los arrozales, la fértil humedad de la sabana, la dulzura de la papaya y el durazno.

Nunca la he visto, pero sé que la vida de otro es también tu vida y que alumbra, con su sola existencia, el derecho que tiene a brillar cualquier hombre.
(De Abrazos, Escuela de Arte de Mérida, 2006)


Los textos en cursiva pertenecen al libro La conquista del aire, de Alexandra Domínguez, así como la imagen de cabecera.


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