miércoles, 16 de abril de 2014

Ahogado



Dada mi escasa habilidad en asuntos acuáticos -no, qué hipócrita eufemismo, lo cierto es que no sé nadar-, tengo una insana obsesión con el hecho de morir ahogado: los ojos hacia el fondo, la boca inútil en sus gritos de socorro en sordina, el cuerpo, ya inerte e hinchado en la superficie del agua, convertido en depósito de salitre, picoteado por las aves y mordido por los peces, pasto de los animales, juguete de las corrientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario