Corregir lo que escribimos es como rascarse la tripa: te produce placer mientras lo haces, pero terminas el proceso y nunca puedes estar seguro de si no te picará de nuevo, otra y mil veces más, con más saña todavía.
Ya lo dice el refrán: "Corregir y rascar..." (guiño cómpiice). Y lo peor es que, por más que corrijamos, nunca (o casi nunca) acabamos de estar del todo seguros de cómo estaba mejor el texto en cuestión. Quizá por eso sigamos escribiendo después de tantos años...
Uno de mis grandes problemas.
ResponderEliminarSaludos
Ya lo dice el refrán: "Corregir y rascar..." (guiño cómpiice). Y lo peor es que, por más que corrijamos, nunca (o casi nunca) acabamos de estar del todo seguros de cómo estaba mejor el texto en cuestión. Quizá por eso sigamos escribiendo después de tantos años...
ResponderEliminarAbrazo.