Nada más cierto. Y algo que, como una letanía, y al igual que hacen los monjes trapenses al encontrarse por los claustros, deberíamos repetirnos de continuo.
Pero en tanto llega ese momento, ¿por qué no probar a vivir?
No me parece que pueda haber mejor sugerencia: vivir. Y, de ser posible, vivir cada segundo como si fuese el último. Disfrutar de la vida, y aprender a distinguir el grano de la paja.
Vivamos, pues
ResponderEliminarNo me parece que pueda haber mejor sugerencia: vivir. Y, de ser posible, vivir cada segundo como si fuese el último. Disfrutar de la vida, y aprender a distinguir el grano de la paja.
ResponderEliminarUn abrazo.