Habría que establecer alguna norma que obligara a lavarse las manos con un buen desinfectante antes de ponerse a escribir para los demás; para que a la falta de talento no se le sumasen también algunos gramos de impurezas, de impudicia, de inmadurez.
Acasoe la mejor receta sea escribir siempre para uno mismo. Con sus imperfecciones, sus impurezas, su inmadurez...
ResponderEliminarUn abrazo.