Dependiendo de la percha, ocasión o circunstancia, hasta el vestido más seductor y deslumbrante, hasta el traje con más empaque y distinción, puede devenir en un absoluto adefesio a poco que te descuides.
martes, 31 de enero de 2017
lunes, 30 de enero de 2017
Errata
Hay veces en las que, como una errata evidente en el
texto, esa que casi duele en los ojos, no tengo más remedio que corregirme de
un plumazo.
domingo, 29 de enero de 2017
Fonema (un poema de Manuel Rivas)
Do máis aló da gorxa,
dun profundo e misterioso fol,
saíannos sons que debiamos matar.
Repitan, dicía o mestre:
Los pájaros de Guadalajara tienen la garganta llena de trigo.
Pero Lolo o do Rito dicía que
Los pajaros de Juadalagara tienen la jarjanta llena de trijo...
e o mestre dáballe un pao.
A min custoume algún traballo dicir sen respirar
que había plantas monocotiledóneas
pero non din sabido de que familia era,
se é que a tiña,
o toxo que douraba os montes de Galicia.
sábado, 28 de enero de 2017
El encuentro
Encuentro, huérfano y abandonado en un estante de un
centro comercial, un cuaderno de notas con algunas entradas prosaicas: ir a la
tintorería, una lista de la compra de hace dos meses, llamar al fontanero para
arreglar un grifo que gotea, pasar por el banco el día siete…
Por el aspecto y los detalles (los motivos de la
cubierta, una cinta de raso rosa para separar las páginas, un elástico del
mismo color para cerrarlo) sospecho que debe de ser de una mujer. Y también por la letra: pulcra y con
rasgos femeninos en las des, en el circulito encima de la i, en el cuidado de
las anotaciones. Los hombres somos, por lo general, más dejados, no prestamos
mucha atención a estas cuestiones, y vamos a lo que vamos deprisa y corriendo.
Me quedo con él: a ver si se me pega algo de esa
delicadeza y soy capaz de escribir en sus hojas en blanco algún poema, algún
pequeño problema doméstico que no sea muy difícil de resolver.
jueves, 26 de enero de 2017
Estampas de ultramar (12)
Para el Día de Acción de Gracias
Los mosquitos y el curso irregular
del Pei-ho -hace unos unos días
un vapor encalló sobre los bajos
que se hallan en la ruta de Pekín-
nos llenan de molestias. Se adivinan
en las orillas pescadores. Sauces
a veces me transportan
a las orillas del Danubio.
De recodo en recodo lentamente avanzamos.
..................................................................
Por fin al mediodía distinguimos
la aguja de una iglesia, una veintena
de barcos de vapor empavesados
por ser domingo y una casa blanca.
¡el Consulado de Inglaterra!
Estamos en Ten-Tsin: Ha terminado todo.
miércoles, 25 de enero de 2017
martes, 24 de enero de 2017
Ascensor
Diez
años viéndonos todos los días a la misma hora y en el mismo sitio, y ni
siquiera sabíamos el nombre del otro.
Los
dos siempre con cara de sueño, de hastío, con un fastidio antiguo que arrugaba incluso
los trajes.
No
sabría decir por qué precisamente hoy, pero cuando ha vuelto a romper el
silencio con el mismo y soporífero comentario que le llevo escuchando impasible
todos estos años (“Está fresca la mañana, ¿eh, vecino?”), no he podido
aguantarme más.
Antes
de llegar al garaje, su cuerpo exánime se me escurría de las manos después de
estrangularlo.
Lo
llevé a rastras hasta el trastero (a esas horas no hay nunca nadie por allí) y
lo metí en el congelador.
Debajo
de las bandejas de las verduras y los chuletones.
Para
que estuviera tan fresquito como sus puñeteras mañanitas.
domingo, 22 de enero de 2017
Esférico
Hace unos días, mientras iba conduciendo, escuché en la
radio la fórmula del insulto perfecto. La archivé en la memoria y hasta
que me ha hecho falta no había vuelto a acordarme. El asunto es tan sencillo
como añadir el adjetivo “esférico” al sustantivo adecuado al caso: tonto,
imbécil, gilipollas…
Ayer hice la prueba: -¡Eres un gilipollas esférico (este
no parecía tonto ni imbécil, aunque bueno, puede que también lo fuera) porque lo eres desde
cualquier lado que se te mire! -le dije al fulano.
Y funciona. No supo qué responderme.
sábado, 21 de enero de 2017
viernes, 20 de enero de 2017
31 años sin Tierno
A un mes escaso de los Carnavales de este año, recupero este bando al respecto de Enrique Tierno Galván en homenaje a su memoria a los 31 años de su muerte.
EL
ALCALDE PRESIDENTE del Excelentísimo Ayuntamiento
de Madrid
Madrileños:
Aun contradiciendo al filósofo, en el segundo libro de
las Éticas, hay que perder la vieja idea de que sea la mujer varón
menguado. Puede ser contradicha sin ambages ni rebozo esta opinión con la larga
experiencia que enseña que vale la mujer tanto como el hombre vale en cuanto
atañe a las facultades de la inteligencia. Es también capacísima en los
ejercicios que requieren esfuerzo y destreza física, a lo que hay que añadir
vivaz imaginativa y natural aversión a la melancolía, que hácela alegre y
siempre dispuesta a cuanto requiere festivo humor.
Por cuya razón el alcalde cree que es un extremo
conveniente dejar en desuso y sin fuerza alguna los antiguos preceptos que
juzgaban contrario al feminil recato que fuesen las mujeres con el rostro
cubierto y el cuerpo aderezado con el disimulo de extrañas y a veces visibles
ropas, pues son tales las vecinas de Madrid, en cuanto a despiertas y avisadas,
que mucho tiene que temer y, si el caso llega, padecer el varón que, ayudado
por la maliciosa ignorancia, crea que con ocasión del disfraz halas de torcer
la voluntad contrariando su firmeza y casto trato.
Pueden, pues, los madrileños, hombres y mujeres de
cualesquiera edad, divertir la voluntad según su natural inclinación durante
los ya cercanos carnavales, gozando de cuantos regocijos el concejo desta
coronada villa, con generosidad aunque sin derroche, ofrece.
Habrá además aquellas novedades que el ingenio de cada
cual provea, pues son de antiguo los vecinos de esta corte gente pródiga en
curiosos solaces e imprevistas invenciones en tiempos de Carnestolendas, en los
que cualquier travesura es propia, como fingir fantasmas, pasear estafermos,
menear tarascas, mover máquinas de cuantioso ruido y aparato, además de
deformarse el bulto del cuerpo y rostro con fingidas jorobas, narices postizas,
manos de mentira, grandes dientes falsos y otras ocurrencias de mucha risa y
común contentamiento, que se acompañan de cantos, bailes, retozos y singulares
cortejos en que se hermanan el arte más fino con el mejor donaire y más sutil y
popular ingenio.
Pero advierte también, con amargura, el alcalde de
esta antigua y noble villa que con harta frecuencia acaece que en los festejos
públicos que con ocasión del Carnaval se ofrecen no faltan quienes, con más
osadía que vergüenza, se dan a roces, tientos, tocamientos y sobos, a los que
suelen ayudar con visajes, muecas, meneos y aspavientos que van más allá de lo
que es lícito y tolerable, particularmente cuando, con el desenfado propio del
mucho atrevimiento, hacen burla de meritísimos hombres públicos, contrahaciendo
su imagen, a la que maltratan con vegijas y otros risibles instrumentos, con
daño grave para el respeto y decoro de quienes ostentan públicas dignidades.
Encarecemos, por consiguiente, que se empleen estas y otras mañas y habilidades
en más prudentes quehaceres y honestos gozos que no dañen el crédito y
reputación de consejeros, regidores, alguaciles, privados ministros y otros
cualesquiera de semejante lustre y pujos. No es raro, por último, que en estas
fiestas de Carnaval, no ya el pueblo llano, por lo común sufrido, sino
currutacos, boquirrubios, lindos y pisaverdes, unidos a destrozonas, jayanes,
bravos de germanía, propicios a la pelea y al destrozo, rompan, sin razón
bastante que a juicio de esta Alcaldía lo justifique, enseres de, uso público
que el Concejo cuida, como respaldares de bancos, papeleras, esportillas y
cubos de la basura, ayudándose de los más insólitos instrumentos, cuya
finalidad propia no es, mírese como se mire, la de quebrar y destrozar.
De la buena crianza del pueblo de Madrid se espera
que, sin dejar el esparcimiento adulto y el juvenil retozo, contribuya a cortar
abusos tan censurables, obra de muy pocos, que desdora a muchos.
Téngase, pues, antes de que la Cuaresma llegue, días
de fiesta, algazara y abierta diversión, sin excesos, según conviene a pueblo
tan alegre, discreto y a la vez bullicioso como el de Madrid, de manera que su
comportamiento no venga a dar la razón a quienes en tristes tiempos pasados
suprimieron estas antiguas e inocentes fiestas.
Enrique Tierno Galván
Madrid, 10 de febrero de 1983