Quiero acabar octubre usando mi derecho a la sonrisa; ya
sé que en el otoño no hay muchos motivos de optimismo, más bien la tristeza es
la que domina en la atmósfera, sé que hay hojas humilladas por el barro y los
zapatos, y canciones rotas en mil trozos, tormentas repentinas, toda una gama
de sonidos grises tocando el arpa del silencio, y no es que esto no me importe,
lo tomo en cuenta, pero yo no tengo la culpa de la muerte de los meses, sólo
participo en los días con un papelito nimio, casi como decorado, y claro, hago
uso de la defensa de sonreír ante todo, me cubro del ataque diario diciéndote
que te amo.
viernes, 31 de octubre de 2014
jueves, 30 de octubre de 2014
miércoles, 29 de octubre de 2014
Canto VIII (Tonino Guerra)
Canto
octavo
Este
año las hojas secas se quedaron en las ramas
porque
no soplaba ni una brizna de vientoy los árboles parecían antorchas encendidas.
Más allá de Montebello, en el Marecchia,
hay un convento cerrado desde hace más de cien años
y un claustro lleno de viejos nogales.
Mi
hermano y yo entramos por un agujero
para
pasear bajo aquellos árboles que sosteníancon sus brazos una gran nube roja.
Cuando, después, tocamos las campanas,
los repiques sacudieron el aire
y todos los nogales se quedaron desnudos de repente.
(La
miel, 1981)
domingo, 26 de octubre de 2014
Banco
Banco.
Morada
y sede de vampiros. Gruta siniestra revestida de engañosos oropeles donde Alí
Babá y sus secuaces con corbata y portafolios, tras sus múltiples fechorías
financieras, acumulan y ponen a buen recaudo el suculento botín rapiñado a los
ingenuos impositores que, llevados por esa candidez propia de los menesterosos,
cometen el funesto error de atravesar sus umbrales en procura de auxilio
monetario.
sábado, 25 de octubre de 2014
"Las cabras" (un poema de Eugénio de Andrade)
Las cabras
En cualquier parte donde la tierra sea pobre y alta, ahí están ellas, las cabras, negras, muy femeninas en sus saltos menudos, de piedra en piedra. Me gustan estas desvergonzadas desde pequeño. Tuve una que me dio mi abuelo y, él mismo me enseñó a servirme, cuando tuviese hambre, de aquellos odres llenos, tibios, donde las manos se detenían morosas antes de arrimar la boca, para que la leche no se perdiese por la cara, por el cuello, por el pecho tampoco, lo que ocurría a veces, quién sabe si a propósito, el pensamiento en la vulvita olorosa. Se llamaba Maltesa, fue mi caballo y no sé si mi primera mujer.
Traducción: Antón García
viernes, 24 de octubre de 2014
Membrillo, cerezas, cárabo, tú
La piel exacta del membrillo guardando tras su aspereza el firme dulzor de la pulpa, la redonda exquisitez de la cereza después del árbol vestido de novia, la impenetrable mirada del cárabo insomne en las alturas de la noche, los cristales secretos de la nieve cayendo sobre tu rostro.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Greguería perruna
"Los perros nos enseñan la lengua como si nos
hubiesen tomado por el médico".