Y después de la lluvia, la tierra huele a cielo, un cielo habitable y solidario, sin carteles que recuerden el derecho de admisión. Me ha encantado tu reflexión, Elías. Sin amarguras. Un abrazo
Y después de la lluvia, la tierra huele a cielo, un cielo habitable y solidario, sin carteles que recuerden el derecho de admisión. Me ha encantado tu reflexión, Elías. Sin amarguras. Un abrazo
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